Roberto Vela Reyes es enfermero desde hace dos décadas. Por su trabajo ha asistido a numerosas tragedias que han marcado la historia nacional y del mundo. Sus manos han atendido las emergencias de la caída del edificio Space en Medellín, del terremoto de Armenia y el de Haití, entre otros. Desde este ultimo todavía guarda el contacto de Elizabeth y su madre, a quienes atendió en el desastre natural que sacudió ese país, con ellas habla de vez en cuando para saber cómo está la niña que en el momento del siniestro tan solo tenía 15 días de nacida.

 

Llevaba siete días metida entre los escombros pero pudimos reanimarla. Dios quiso que la lográramos sacarla y aunque estaba en muy malas condiciones se pudo recuperar”, cuenta Roberto, quien además resalta que, más allá de los conocimientos científicos y técnicos de su profesión, “lo más importante es el acompañamiento, de humanización del paciente”.

 

Roberto es egresado de la Escuela de Enfermería de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios y asegura que “una de las principales características es el carisma, la humanización. En Colombia la corrupción ha hecho que la salud se deshumanice pero allí nos enseñan a ver al enfermo no como una patología, no como un dolor abdominal, sino como una persona que siente”.

 

Olga Jeanet Céspedes, directora de la Escuela, anuncia que los retos de la profesión radican en “ponerse en los zapatos del otro”, hacer sacrificios personales para ponerse al servicio de los que lo necesitan y darle el lugar que se merecen las personas en un sector que se ha transformado en un negocio, como  lo es la salud colombiana. Agrega, que la formación brindada a los estudiantes de la Escuela, está basada en principios y valores propios de la Orden Hospitalaria, sólo quien vive la Hospitalidad refleja en su actuar la coherencia que debe haber ente el Ser y el Hacer, en este orden de ideas gira el Respeto, la Calidad, la Responsabilidad y la Espiritualidad que por largos años nos han enseñado los hermanos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios.

 

En sus años de enseñanza a los que recién empiezan el camino, ha tenido como premisa el dejar claro a sus alumnos que los pacientes ante todo son seres humanos.

 

Jessica Daniela álvarez Tovar tiene 17 años y es una de ellas, asegura que le apasiona atender a las personas. Lleva cuatro meses en la escuela luego de ingresar por el anhelo de convertirse en enfermera. “Ante todo nos enseñan a ponernos en los zapatos de la otra persona y pensar que puede ser un familiar nuestro” afirma.

 

Ya un poco mayor, pero con las mismas ganas, John Burgos, de 38 años de edad, también revela que siempre le ha llamado la atención servirle a la gente. “Le he cogido un amor muy grande a esto. Tengo un hijo que es autista y necesita terapias, por esto pensé que yo mismo lo podría hacer. Me siento muy bien de estudiar enfermería, estoy muy feliz y siento que esta escuela es como mi segundo hogar”.

 

La Escuela de Enfermería de la Orden de San Juan de Dios, lleva 43 años operando en Colombia y ha formado a 2.556 enfermeros y enfermeras en 76 promociones distintas.

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