Son pocos los escritos de San Juan de Dios llegados hasta nosotros, solamente se conocen seis cartas autografiadas por el Santo en donde nos demuestra su gran espiritualidad, su manera de sertoda su generosidad y entrega a los pobres y a los enfermos. Estos documentos han sido una herencia valiosa para sus seguidores. 

No se tiene claridad de qué época son las cartas, pero se estima que sean de tiempos donde San Juan trasladó su hospital de la calle Lucena a la Cuesta de los Gomeles. La cronología es imprecisa ya que sólo una de ellas tiene como fecha el 8 de enero de 1550, la cual se cree que fue la última carta que Juan escribió antes de su muerte.

Sus escritos están llenos del compromiso caritativo que tenía con su hospital y obras, también se manifestaba su entrega a Dios y la orientación a sus benefactores hacia el cristianismo. Su objetivo con las cartas era muy claro, casi siempre era la preocupación económica de sus obras. Estas cartas se caracterizan por tener una gran parte dedicada a la parte humana donde Juan de Dios se interesaba por su destinatario y su familia, incluía temas morales y religiosos, así como también recomendaba que oraran a Dios.

Para Juan era importante hablarles a sus benefactores del empleo que se le daría a su limosna y les recordaba con toda seguridad que está daría sus frutos: “la limosna que me hicisteis ya los ángeles la han registrado en el libro de la vida”. (1° carta a la Duquesa de Sesa).

Sus textos muestran un lenguaje sencillo y humano, también evidencian que le gustaba el cara a cara pues era un hombre de acción que tenía más confianza en sus posibilidades oratorias que en sus escritos:

“Mejor es ir yo en persona que enviar cartas, porque tienen tantos negocios y pobres a quienes atender, que si no estoy delante luego se les pasa la memoria”.

San Juan de Dios muestra ciertos rasgos de buen humor aún en medio de la seriedad de sus cartas. Su alegría le permitía ser optimista aún en situaciones donde las cosas iban mal. Sus palabras y su infinita sensibilidad impulsan al interés por las cosas de Dios y a sentir como nuestros los padecimientos y las necesidades de los demás.

Juan firmaba cualquiera de sus escritos con una sigla compuesta de tres letras que no tienen un significado claro. La primera es la letra “Y” partida por la mitad y que indica el pronombre personal “yo”; la segunda letra es una “F” o una “S” que sería la abreviatura de “Siervo”; la última letra es la “O” que posiblemente indica la terminación masculina de la palabra siervo. De acuerdo con lo anterior, la hipótesis que más tiene fuerza es que estas letras juntas significan: “Yo el siervo de todos”.

La Orden Hospitalaria los invita a empezar este recorrido donde conoceremos cada una de las cartas de San Juan de Dios, las cuales nos acercan a la espiritualidad y caridad que nuestro fundador aún hoy transmite en cada palabra.

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