El penúltimo capítulo de Fratelli Tutti, encíclica social del Papa Francisco, tiene como tema principal: la reconciliación. El Santo Padre propone la búsqueda de la paz, el perdón y la superación de la guerra para la construcción de mejores relaciones entre personas y entre países.

Los acuerdos de paz son importantes para avanzar y pasar la página. Es cierto que la violencia, la crisis, etc., son difíciles de olvidar y transforman todo a su alrededor, pero para las víctimas es necesario saber qué pasó. Francisco opina que es necesario cultivar una memoria penitencial donde se pueda asumir el pasado para liberar el futuro de posibles insatisfacciones.

“La verdad es una compañera inseparable de la justicia y de la misericordia. Las tres juntas son esenciales para construir la paz”.

Se necesita romper la cadena de violencia, odio y muerte que abunda en el mundo, por ello las personas y familias que han sufrido merecen escuchar la verdad de lo que les pasó a sus familiares víctimas de abusos, secuestros, homicidios u otras formas de violencia; esta verdad no debe conducir a la venganza sino a la reconciliación y al perdón.

El Sumo Pontífice propone reconstruir lo que somos como sociedad poniendo en primer lugar la búsqueda de la verdad, mirando las dificultades que se presentan y procurando encontrar la mejor solución, esto se consigue teniendo una mejor convivencia, aportando y escuchando los aportes de los demás.

“Una verdadera paz sólo puede lograrse cuando luchamos por la justicia a través del diálogo, persiguiendo la reconciliación y el desarrollo mutuo”.

El capítulo invita a mirar a cada persona como si fueran parte de nuestra familia para apoyarnos entre todos. Así como en nuestro hogar se suceden discusiones también llega el momento de la reconciliación, y eso es lo que se busca en el mundo: que los conflictos puedan tener solución y no adquiramos deseos de venganza sino, una reconciliación pacífica.

La amistad social para el Papa habla de tener acercamiento con las personas que están más lejanas y también con los sectores más vulnerables:

“La paz no sólo es ausencia de guerra sino el compromiso incansable de reconocer, garantizar y reconstruir concretamente la dignidad tantas veces olvidada o ignorada de hermanos nuestros, para que puedan sentirse los principales protagonistas del destino de su nación”.

El perdón que propone el Santo Padre no se refiere a perdonar renunciando a los propios derechos. Podemos amar incluso hasta a quien nos hace daño, pero ayudándolo a dejar esos actos de opresión y violencia que tiene con los demás, no apoyando a que continúe degradando la dignidad humana.

No todas las personas tienen una gran capacidad para perdonar, a algunas personas se les puede dificultar esto y es normal. Si resulta admirable y hasta conmovedor, ver cómo hay personas que a pesar del daño sufrido han sabido perdonar de corazón, pero, aunque exista perdón jamás se debe proponer el olvido, enfatiza Francisco.

“Nunca se avanza sin memoria, no se evoluciona sin una memoria íntegra y luminosa”.

El Sumo Pontífice habla de dos situaciones que se presentan como “soluciones” en circunstancias dramáticas y que en realidad no aportan ninguna solución: la guerra y la pena de muerte. Si se quiere un verdadero desarrollo humano integral se debe evitar a toda costa la guerra entre naciones y pueblos.

En cuanto a la pena de muerte, el Papa cree que estas personas, quienes reciben esta condena, obtienen más un beneficio que un suplicio, por ello es mejor ocuparlos en una tarea útil y apartarlos de sus perversas acciones.

“No satisfagas contra las atrocidades de los pecadores un apetito de venganza, sino más bien haz intención de curar las llagas de esos pecadores”.

Francisco invita a los cristianos que se sienten tentados a incurrir en cualquier forma de violencia, a recordar un anuncio del libro de Isaías «Con sus espadas forjarán arados» (2,4). Lo anterior entendido como: «Pediré cuentas al ser humano por la vida de su hermano. Quien derrame sangre humana, su sangre será derramada por otro ser humano» (Gn 9,5-6).

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios apoya y promueve el perdón entre hermanos, si queremos un mundo con menos violencia debemos empezar por perdonar a quienes nos han hecho daño, solo así comenzaremos un camino de paz.

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