Este capítulo de la encíclica Fratelli Tutti nos trae como tema principal la ‘política ideal’ según el Papa Francisco, quién propone una política libre de polaridades donde se trabaje por el bien del pueblo, por promover empleo y ayudar a los más necesitados.

Muchos países se han visto divididos en dos o más posiciones políticas que solo han logrado la separación de las personas y el inicio de guerras sin fin. Se han conocido términos como “populista” o “populismo” que han sido malinterpretados y sobre todo han dividido a las personas clasificándolas como “populista” o “no populista” para desacreditar o enaltecer.

El capítulo también nos habla del pueblo donde ser parte de este “es formar parte de una identidad común, hecha de lazos sociales y culturales”. Cuando se habla de algo popular deberíamos pensar inmediatamente que es algo o alguien que promueve el bien común y ayuda al pueblo incluyendo a los más pobres a desarrollar aquellas habilidades que Dios puso en cada uno, por ello Francisco dice:

“Por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo”.

El crecimiento de una sociedad se encuentra en la generación de empleo donde no solo se crea el crecimiento de cada persona que trabaja, sino que también genera uno conjunto y nos ayuda a todos a vivir “como pueblo”.

El Sumo Pontífice nombra al liberalismo donde la palabra “pueblo” suele ser rechazada y la sociedad se considera solo como una mera suma de intereses y hablan de una supuesta libertad.

Es necesaria una política caritativa, donde los recursos de las instituciones se destinen a los abandonados, a las personas que sufren y que más lo necesitan. Para crear una mejor sociedad se requiere de un cambio donde se dejen a un lado los objetivos individualistas y los intereses económicos para que prime el lado humano y fraterno, la dignidad de cada persona y una sana política que no sea sometida al dictado de las finanzas.

“Tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos”.

El Papa Francisco resalta que ningún ser humano o grupo se debe considerar “omnipotente” y mucho menos una persona que tenga un “poder político y/o económico”; nadie está autorizado a pasar por encima de la dignidad humana ni a crear, así, víctimas de este poder.

“Es necesaria una reforma tanto de la Organización de las Naciones Unidas como de la arquitectura económica y financiera internacional, para que se dé una concreción real al concepto de familia de naciones”.

El mundo necesita una política que piense con visión amplia, que incorpore el diálogo para momentos de crisis, que reforme las instituciones y las dote de mejores prácticas. La mejor política es aquella que piensa en el bien común a largo plazo y deja sus buenas obras para que las siguientes generaciones las continúen.

Para el Papa, la política es una de las formas más preciosas de caridad, es una altísima vocación. Francisco dice: La caridad social nos hace amar el bien común y nos lleva a buscar efectivamente el bien de todas las personas, consideradas no sólo individualmente, sino también en la dimensión social que las une”.

El Santo Padre señala que transformar la política es un camino difícil, pero que se puede lograr entre todos al ser hermanos; solo si se reconoce esto y nos proponemos una sociedad sin sufrimiento y una política sin corrupción ni malos procesos, podremos conseguir grandes éxitos.

“Es lindo ser pueblo fiel de Dios. ¡Y alcanzamos plenitud cuando rompemos las paredes y el corazón se nos llena de rostros y de nombres!”.

La Orden Hospitalaria apoya el noble llamado del Papa y los invita a todos a leer con detenimiento este capítulo de la encíclica, su mensaje da esperanza y nos invita a creer que sí se puede lograr un cambio en el mundo.

Compartir este contenido